domingo, 26 de julio de 2020

EL MISTERIO DE LA ROSA (Primera parte)

El filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz[1], decía que «nada es sin razón». Contra esto, su coetáneo, el médico, poeta y filósofo Johann Scheffler[2], más conocido como Angelus Silesius escribía el siguiente epigrama[3]

La rosa es sin por qué, florece porque florece.[4]

Silesius nos dice a través de este breve poema, que la rosa es sin causa eficiente, es decir sin una causalidad que la haga ser y proceder y que, además —para odio de Leibniz— que el acontecimiento de la rosa, es decir, su florecer, es independiente de un sujeto que le asigne una razón, un valor o una utilidad.
Angelus Silesius
La rosa tampoco se preocupa de sí misma y desde luego no pregunta si es mirada para así florecer o no. 

Eckhart de Hochheim[5], más conocido como Maestro Eckhart, algunos siglos antes, dirá que la especificidad de las cosas de Dios está dada por ser las cosas del «sin por qué», es decir que son sin más razón, que la de ser.
Maestro Eckhart

En un intento de aproximación a una contemplación poética, podría decir que esa ausencia de «principio de razón suficiente» y que se sustrae al pensamiento objetivante, ha des-cubierto a la rosa y ha permitido que hable desde sí misma, ya que el poeta la ha contemplado “sin un para qué”, es decir, sin establecer su voluntad de saberla, poseerla, dominarla, ni mucho menos estudiarla. Silesius la contempla sin esperar una recompensa. Simplemente la deja ser

Fernando Pessoa

Es en esta línea de pensamiento, que muchos siglos más adelante, el escritor portugués Fernando Pessoa[6] —bajo el heterónino[7] de Alberto Caeiro— escribirá: 

El río de mi aldea no hace pensar en nada. 
Quien está junto a él, solo está junto a él.

Contemplar —en principio— es abandonar todo intento de diseccionar lo que se observa. El hombre que frente a las cosas se limita simplemente a ser hombre, dejando de ser sujeto que diseca y analiza y que, además, logra soltar «palabras sobre las cosas en tanto ‘cosas’ y no ‘objetos’»[8], es aquel que contempla

La «palabra poética» será el pensamiento que contempla y medita, renunciando a todo intento de «agresión» sobre las cosas. El poeta deja la rosa, el río o lo que fuera que observe, pronunciarse a sí mismos. No los objetiva precisamente porque no intenta dominarlos. 


Florece porque florece

Este aparecer, esta fuerza en el acontecer es lo que los griegos llamaban Physis o Fysis, (Φύσις) y que se traduce por «Naturaleza» y que procede del verbo phyo (φύω) que significa crecer o brotar. 

La Alétheia (αλήθεια), es el alma de la Physis y significa «Verdad», pero no en el sentido de «dogma», sino en el sentido de «desvelar», de «descubrir» y en sí, de sinceridad de los hechos y de la propia realidad. Estas dos bellísimas palabras, unidas a la Poiesis (ποíησιζ), es decir la «Creación», conforman en parte el estrecho misterio que intento desvelar en esta primera entrega. 

Todos estos conceptos: Naturaleza que brota en su Verdad como un descubrimiento, como una Creación en sí misma, sumado al significado que los griegos antiguos tenían de la Técnica (τέχνη), «dejar que algo se produzca, permitir a algo aparecer», es lo que necesitamos para comprender el acontecimiento poético. 

La Técnica en su sentido griego y relacionada con la Poiesis (Creación) es aquello que posibilita el acontecimiento de «traer las cosas desde sí hacia sí mismas». En este sentido se familiariza más con el trabajo del granjero que planta la semilla artesanalmente y posibilita mediante cuidados que brote y crezca, que con el trabajo de un herrero, que vendría a ser un fabricante de cosas. 

La Physis, es decir la Naturaleza es aquella que, además, es Poiética. En lenguaje más cercano: La verdadera Naturaleza es la que es Poética. La que se deja acontecer. El Poeta será por tanto aquél que entiende a la Técnica, como ese «permitir que la Naturaleza acontezca» en el marco de su Verdad, su Alétheia. 





[1] Leipzig, 1 de julio de 1646-Hannover, 14 de noviembre de 1716.
[2] Breslavia 25 de diciembre de 1624 – ibídem 9 de julio de 1677.
[3] RAE. Poema breve, ingenioso y satírico, que generalmente expresa un pensamiento con agudeza.
[4] Peregrino Querúbico. Angelus Silesius (Cherubinischer Wandersmann) Año 1657.
[5] ¿? Turingia 1260 – 30 de abril de Avignon 1328.
[6] Lisboa, 13 de junio de 1888 - ibídem, 30 de noviembre de 1935
[7] RAE. Nombre diferente al suyo con el que un autor firma su obra cuando adopta una personalidad fingida.
[8] Hugo Mujica. La Palabra Inicial. Biblos. 2010. 






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