martes, 28 de julio de 2020

TAJO SIN PECHO



En el fresco más allá
la canción de la tarde
mece la montaña

no hay prisa

el otoño camina
en remolinos de hojas
bordeando el río

besa la gramilla
en un ondear de polvo

como esperando algo más
de la tierra

          se detiene


               inspira hondo


desciende lento
hasta el azul del agua
para beber su tenue vapor
de murmullo

siembra musgos
debajo de los árboles

quiebra ramas secas
como un niño eterno

sonríe triste
de belleza

se inquieta

busca piedras pájaros horizonte
se queda inmóvil
en silencio
         luego

nadie lo ha visto llorar
                        jamás
en el aire de su bosque

en la soledad de cada brizna
sobre el candil del tibio sol
que humilde trae

nadie ha besado
                        jamás
los labios de sal
que lo atraviesan

nadie ha visto
su enrevesado rostro
siquiera

ni cosechado los musgos
ni abrazado los pájaros
ni rodeado el horizonte
ni abarcado su cielo

nunca nadie ha visto
sus amarillas manos
ni sus ojos
de viento

ni la luz que acuna

como un tajo sin pecho

©Daniel Cáseres.


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